sábado, 24 de enero de 2015

El dinero

18 de octubre de 2008.


José Antonio Marina.

Creo que los economistas no acaban de entender lo que es el dinero, y los últimos terremotos financieros me lo confirman. Piensan que es algo real, cuando de hecho pertenece al mundo de la ficción. Wallace Stevens escribió: Money is a kind of poetry. El dinero es una especie de poesía. Y tenía razón. Se me abrieron los ojos cuando leí en la respetable Enciclopedia Británica lo siguiente: “En la actualidad no sabemos lo que es dinero, ni cuanto dinero hay”. En efecto, era fácil contarlo cuando el dinero se reducía a los billetes y monedas, lo que los expertos llaman M-1. Pero después inventaron medios de pago cada vez más artificiosos, y surgieron el M2, el M3 y hasta el M4. Apareció, incluso, lo que los expertos llaman Near Money: Casi-dinero. ¡Es fantástico! La ingeniería financiera forma parte del ingenio, y debe estudiarse dentro de la “Teoría de la Ficción”. 

La inteligencia ha creado dos grandes sistemas simbólicos: el lenguaje y el dinero. Sirven para comunicarse, para engañarse y para crear mundos imaginarios. Cada uno de esos sistemas produce su propia inflación. La inflación de palabras aparece cuando hay demasiados términos para designar la misma cosa; y la monetaria cuando hay demasiados billetes para comprar un mismo bien. El colmo de la inflación ocurrió en la Alemania de la preguerra, cuando había que ir a cobrar el sueldo con una carretilla para poder transportar los billetes. Friedman, en su “Historia del Dinero” cuenta un sorprendente caso de irrealidad monetaria. En la isla de Uap usaban como moneda unas grandes ruedas de piedra (fei). Como pesaban mucho, nunca se movían. Tras una operación comercial, el nuevo dueño se contentaba con la mera declaración formal de cesión, y el pedrusco quedaba en casa del antiguo propietario. El caso más llamativo se daba en una aldea donde vivía una familia cuya riqueza indiscutible, admitida por todos, no había sido vista ni tocada por nadie. Consistía en un fei enorme, cuyo tamaño sólo se conocía por tradición, ya que desde hacía dos o tres generaciones permanecía sepultado en el fondo del mar, tras un naufragio.

No se rían, porque nosotros soportamos niveles parecidos de irrealidad. Fíjense en la Bolsa. El valor de una empresa en Bolsa es una ficción tan llamativa como la rueda de piedra en el fondo del mar, porque sólo puede mantenerse con tal de que nadie intente hacerlo efectivo. En ese momento su valor se desplomaría. Es un valor de “mírame y no me toques”. Hasta hace algunos años, los billetes españoles tenían una inscripción tan falsa como un cuento de hadas: “El Banco de España pagará al portador...” la cantidad indicada por el billete. Era pura ficción. Si uno acudía al Banco de España con un billete, no le pagaban nada, porque no había nada con qué pagar. La economía ha ido añadiendo ficción a la ficción, por ejemplo, con la aparición de los mercados de futuros, que permiten comprar lo que no existe, y, además, negociar con ese derecho a compra cuantas veces sea necesario. Para rematar la cuestión, hace años apareció la “contabilidad creativa”. Lo importante no es ya “crear bienes”, sino “crear contabilidad”. Se acabó el rigor. Apareció la metáfora contable, la metonimia, la sinécdoque y el timo de la estampita. La crisis actual es una explosión de creatividad contable.

( Artículo publicado en “La Vanguardia” 18 de octubre de 2008)



Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=-lpnJDElo7g

No hay comentarios:

Publicar un comentario