‘Si damos dinero a la gente sin más, nadie haría nada’. Esta es la opinión general. Sin embargo, un montón de pruebas de investigaciones científicas han demostrado una y otra vez todo lo contrario: dar dinero a la gente, ayuda.
Este es el momento propicio para una reforma radical del Estado de bienestar e introducir una renta básica incondicional para todos.
¿Por qué debemos dar dinero a la gente (en forma de una Renta Básica)?
Para contestar os voy a contar el experimento científico que se realizó en mayo de 2009 en Inglaterra.
Se escogieron 13 personas sin hogar, los también llamados indigentes. Debían ser veteranos indigentes, es decir, personas que vivieran entre 2 y 40 años en las frías calles de Londres.
Paradójicamente se eligió a indigentes de la zona financiera de Londres “Square Mile”. La estancia de estos indigentes en esa zona en particular no es gratis. Parece ser que las empresas y bancos de la zona no quieren que los sin hogar pululen por esa zona y si lo hacen que estén por lo menos ‘despiojados’. Entre policía, Justicia, asistencia social etc, estos indigentes le cuestan al Estado británico unos 2,5 millones de libras (!)
Pero una organización local no gubernamental para indigentes llamada Broadway, decidió realizar un experimento para demostrar que esa situación no tenía porqué seguir así. En la primavera de 2009, Broadway toma una decisión radical. Desde ese momento 13 indigentes de la zona financiera de Londres recibirían un trato exclusivo. Ya no tendrían que ir a los comedores sociales para su almuerzo, a refugios para indigentes etc. ¡Se acabó! Habría un rescate financiero, de un golpe y a expensas del contribuyente.
Desde ese momento los 13 vagabundos recibirían dinero gratis. Para ser exactos, ¡3.000 libras!
Pero una organización local no gubernamental para indigentes llamada Broadway, decidió realizar un experimento para demostrar que esa situación no tenía porqué seguir así. En la primavera de 2009, Broadway toma una decisión radical. Desde ese momento 13 indigentes de la zona financiera de Londres recibirían un trato exclusivo. Ya no tendrían que ir a los comedores sociales para su almuerzo, a refugios para indigentes etc. ¡Se acabó! Habría un rescate financiero, de un golpe y a expensas del contribuyente.
Desde ese momento los 13 vagabundos recibirían dinero gratis. Para ser exactos, ¡3.000 libras!
Sin tener que hacer absolutamente nada por ello. Los indigentes podían decidir qué hacer con el dinero, podían tener asistencia en su gestión si lo deseaban. No había obligaciones, ni cuestionarios ni preguntas difíciles o molestas. Eso sí, solo debían responder a una sola pregunta: ¿Qué cree usted que es lo mejor para usted y para salir de la indigencia?
“Cuando empezó el experimento no tenía casi ninguna expectativa”, reconoció uno de los asistentes más tarde.
Las necesidades de las personas sin hogar eran bastante modestas. Un teléfono, un pasaporte, un diccionario, un audífono – cada uno tenía sus propias ideas acerca de lo que era mejor para uno. Curiosamente ninguno de los indigentes malgastó su dinero en alcohol, drogas o juego. De hecho, la mayoría eran extremamente cuidadosos con su dinero.
Después de un año, tenían una media de gastos de únicamente 800 libras. Ninguno llegaba a gastar las 3.000 libras que le correspondían.
A Simon, que estaba enganchado a la heroína desde hace veinte años, las 3.000 libras le pusieron su vida patas arriba. Comenzó a hacer un curso de jardinería. “Por una razón u otra, por primera vez en mi vida, todo tenía sentido”, dijo más tarde. Dejó la heroína. “Empecé a cuidar de mí mismo, a lavarme y afeitarme. Creo que voy a volver a casa, tengo dos hijos”, comentó.
Un año después del comienzo del experimento, once de los trece indigentes tenían un techo sobre sus cabezas. Aceptaron ser acogidos en los hogares de acogida, siguieron cursos, aprendieron a cocinar, dejaron la calle y las drogas, visitaron a su familia y estaban haciendo planes para el futuro. “Estaba acostumbrado el frío”, recordaba uno de ellos. “Ahora lo odio”.
Después de décadas de infructuosos tira-y-afloja, detenciones, multas, juicios y asistencia social había once vagabundos notorios fuera de las calles.
Lo más sorprendente es el coste del experimento de sacar a once indigentes de la calle. ¿Cuánto? 50.000 libras al año.
Es decir, que no sólo se había ayudado a once personas, también se produjo un ahorro del gasto público del 50%.
La revista de negocios de The Economist, tras tener conocimiento del experimento concluyó: “La forma más eficiente de gastar el dinero en las personas sin hogar es simplemente dárselo”.
Este es un ejemplo más de porqué una renta básica incondicional ayudaría a terminar con la pobreza. Paradójicamente también muestra que la renta básica ayudaría a reducir considerablemente el gasto público en una gran cantidad de sectores y ayudas, por convertirse en innecesarios.
Dejemos los prejuicios a un lado (‘si damos dinero a la gente no trabajaría nadie’) y abramos los ojos a la realidad. A nadie le gusta estar sin hacer nada todo el día, todos los días de su vida.
La renta básica ayudaría a todos, pero además ayudaría a terminar con la crisis, la pobreza, las desigualdades sociales y mejoraría la calidad de vida de las personas, su salud (sin estrés) y haría que las personas fueran mejores y más eficientes en su trabajo, pues todos tendrían la posibilidad de hacer el trabajo que más les gusta y para el que mejor están preparados, haciéndoles expertos en su materia. Y esto no es todo, hay muchísimas más cosas de las que todos nos podríamos beneficiar…
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