martes, 30 de diciembre de 2014

Crisis, salud mental y renta básica (y 4)

21 de febrero de 2012.


Continuamos con el artículo de Sergi Raventós sobre Crisis, salud mental y renta básica, en el libro La Renta Básica en la era de las grandes desigualades.

4 ¿Se puede frenar este grave problema de salud que se avecina?

No es sólo con la ayuda de determinados fármacos como se va a solucionar el problema. El enorme crecimiento de la gran factura que supone el consumo de hipnóticos y ansiolíticos en el Reino de España parece desproporcionado y no parece que sea medicalizando la sociedad como vayan a solucionarse los problemas sociales. Sin poder entrar -por falta de espacio- a analizar la eficacia de muchos tratamientos como los riesgos (debido a sus efectos adversos y a su capacidad para producir tolerancia y dependencia) que suponen para la salud de la gente el consumo de muchos ansiolíticos (García del Pozo et al., 2004), hay que decir que sí hablamos de un problema social hay que abordarlo como tal. No creo que sea sólo como nos recomienda la Agencia española de medicamentos y productos sanitarios del Ministerio de Sanidad y Política social, cuando sostiene que “el uso indiscriminado de ansiolíticos puede ser una señal de la medicalización de problemas sociales y personales que, posiblemente, deberían abordarse de otra manera, con cambios de conducta o reajuste de las expectativas vitales” (Ministerio de Sanidad y política social, 2007).

Creo que el problema requiere de medidas y abordajes más amplios de tipo social y económico, no solo de cambios de conducta y expectativas. Medidas del tipo como las que sugieren el epidemiólogo y economista Richard Wilkinson y la antropóloga Kate Pickett: “En lugar de diluir ansiolíticos en el agua o dedicarse a aplicar terapias colectivas, la realidad impone una opción más interesante: si reducimos los índices de desigualdad, aumentarán el bienestar y la calidad de vida de todos nosotros” (Wilkinson, Pickett; 2009: 52).

Y aquí es donde considero que la Renta Básica (RB) podría tener un papel crucial, junto con otro tipo de políticas sociosanitarias para afrontar las consecuencias de la crisis en la salud de la población sobretodo para los sectores más perjudicados.


Un ejemplo histórico es el de las políticas que se llevaron a cabo en Estados Unidos en la época posterior a la Gran depresión de los años 30
4. 1 La protección social y la salud

Es conocida la importancia que tiene la protección social para mitigar las crisis, pero actualmente sólo una de cada cinco personas en el mundo está cubierta por algún mecanismo de seguridad social que incluya la pérdida salarial en caso de estar enfermo, y más de la mitad de la población mundial no dispone de ningún tipo de protección social formal. Además de proporcionar ingresos de sustitución a quienes pierden su empleo, evitando con ello que caigan en la pobreza, las prestaciones sociales tienen efectos económicos considerables. No se ha encontrado ningún efecto negativo en el crecimiento económico causado por el incremento de los gastos sociales durante y después de las crisis (ILO, 2010). Pero también hay una relación directa entre las prestaciones sociales y sus efectos en la salud. Un ejemplo histórico es el de las políticas que se llevaron a cabo en Estados Unidos en la época posterior a la Gran depresión de los años 30. El sistema de bienestar social logró bajar las tasas de mortalidad en un 10%.

Un ejemplo a la inversa lo tenemos en las políticas de recortes sociales y de salud que se aplicaron en la antigua URSS en los años 90 y que hicieron aumentar la mortalidad en un 40% por infartos agudos, accidentes cerebrovasculares, trastornos de alcohol, suicidios, homicidios, etc.

Un estudio realizado en Catalunya -que seguramente ha pasado más desapercibido de lo que sería conveniente- es el que puso de manifiesto que cuando las personas reciben prestaciones económicas de paro éstas no tienen un impacto en la salud mental, independientemente del sexo o la cualificación. En cambio, si se encontró una peor salud mental entre las personas que no recibían prestaciones económicas de paro, especialmente entre los hombres trabajadores manuales casados o que conviven en pareja, seguramente por el papel de sustentadores económicos principales del hogar (Artazcoz et al. 2004).

Para prevenir los problemas de salud mental derivados de quedarse en el paro es ilusorio pensar que la receta será a través de cualquier puesto de trabajo y bajo cualquier condición. Está corroborado que es a través de un trabajo de calidad como las personas se sienten más satisfechas, realizadas y por tanto también gozan de mejor salud. En estos tiempos con cifras de paro terribles, con empleos precarios y mal pagados y con unas expectativas poco optimistas[1] y que superan a principios del 2011 los cuatro millones de parados registrados en el Reino de España, resulta harto difícil creer que la solución vendrá del lado del empleo de calidad.

4.2 Una Renta básica y la salud (mental)

 
¿Qué podría suponer una renta básica (RB) universal, incondicional, compatible con otras fuentes de renta –según la definición estándar que propone la Red Renta Básica- para la salud mental en estos momentos de crisis? Sin entrar a valorar otros aspectos de la RB que ya se han valorado en abundantes artículos y libros en los últimos años,[2] me voy a centrar en algunos puntos que guardan relación con los posibles efectos en la salud de una posible implantación de una RB.

Es muy difícil saber la repercusión de una medida como la RB en cuestiones de salud, pero algunos datos e investigaciones nos pueden dar algunas pistas.

Algunas de las medidas que la OMS y la UE impulsan para la prevención y promoción de la salud mental sería conveniente poderlas integrar conjuntamente con una Renta Básica por el carácter compatible de esta propuesta, a diferencia de otras prestaciones condicionadas o focalizadas para determinados colectivos (Raventós S. 2009).

Se ha dicho en varias ocasiones en el presente texto que las desigualdades sociales y económicas perjudican la salud. Hay abundante investigación al respecto, e incluso en la Comisión sobre los determinantes sociales de la OMS (CDSS) se exponían claramente algunas constataciones y recomendaciones muy sugerentes, como que “a medida que aumenta la globalización y la interdependencia entre los países, los argumentos a favor de una estrategia mundial en materia de impuestos cobran mayor peso”[3]. En este mismo informe de la CDSS se apuesta por “una protección social a lo largo de la vida” (WHO, 2007); y cuando hablamos de protección social a lo largo de la vida una medida como la RB sería una buena herramienta para garantizar la existencia material de la ciudadanía. Si la OMS pudiese liderar esta propuesta de la Renta Básica, como medida preventiva y de promoción de la Salud Mental mundial para toda la población mundial se daría un gran paso adelante.

Algunas instituciones significativas de determinados ámbitos de lucha contra la pobreza y defensa de los derechos humanos ya han tomado partido por la RB (Cáritas, 2007; IDHC, 2004). Y cabe recordar también que se ha recogido en la Carta de derechos humanos emergentes que se impulsó en los Forums de las culturas, celebrados en Barcelona en el año 2004 y en Monterrey el 2007.

4.3 RB y el Estado del Bienestar
Se da por supuesto que aquí no se defiende la RB a cambio de renunciar a ninguno de los pilares ni servicios del Estado del Bienestar como puede ser la Sanidad pública, la Educación o los Servicios sociales públicos y de calidad como defienden algunos autores. Todo lo contrario. Aquí se considera y se valora a la RB como una pieza importante para robustecer al Estado del Bienestar y no para debilitarlo, y como herramienta para tener un poder de negociación para rechazar ofertas de trabajo no deseadas o para mejorar el empleo actual (Raventós 2007, Casassas, 2010[4]).

La RB se aparta de la línea de muchas de las medidas, subvenciones y ayudas tradicionales de los últimos años, pues las políticas que se han llevado a cabo, si nos guiamos por los datos estadísticos de los diversos informes, no han cambiado mucho el estado de la salud en el mundo. Seguramente por que como dicen algunos expertos: “Las desigualdades en salud son la enfermedad de nuestra época, la principal epidemia. Las enfermedades de masas requieren remedios de masas.”(Benach, Muntaner; 2005: 123).

 4.4 RB y seguridad económica

La seguridad económica que puede proporcionar una RB podría reducir considerablemente el estrés que actualmente padecen determinados sectores de la población como la gente que está en el paro, con contratos precarios, trabajadores afectados por expedientes de regulación de empleo, población inmigrante de países pobres, gente que realiza excesos de jornada para llegar a fin de mes, etc.

Tal y como hemos apuntado más arriba, la salud mental de las personas que cobran una prestación de paro es mejor que aquellas que no la perciben. Este hecho invita a pensar que una RB podría ser un instrumento eficaz para la salud de la gente en paro y sin prestación sustitutiva alguna[5].

Debido a la crisis y por miedo a perder el empleo hay grupos de población que realizan largas jornadas laborales. Según la Encuesta de salud de Barcelona de 2006, el 41,4% de los hombres que trabajaban realizaban más de 40 horas semanales y de estos un 11,3% más de 50 horas. Una RB podría compensar esta necesidad de complementar ingresos que obliga a realizar excesivas jornadas con el consiguiente riesgo para la salud.

Algunos autores han hecho estimaciones de financiación (Pinilla, Sanzo 2004; Arcarons et al., 2005)[6] y se trata de poder financiarla a grandes trazos a base de aumentar considerablemente el IRPF a los ricos. Eso si, hace falta mucha más voluntad política de la que hasta ahora han hecho gala los gobiernos para sacar adelante una medida de esta magnitud para reducir las desigualdades sociales y económicas.

Llegado a este punto económico hay que recordar que el incremento de bajas por enfermedad, las pensiones no contributivas, el aumento de incapacidades de todo tipo, el control sobre éstas, etc. derivado del aumento de las patologías mentales supone un gasto considerable para las arcas públicas que una RB podría frenar o sustituir considerablemente.

Una mayor redistribución de la riqueza de ricos a pobres y por tanto una disminución de las desigualdades sociales podría contribuir a mejorar la salud. Tal vez conviene recordar, por ejemplo, que “en el 2007 los directores ejecutivos de las 365 mayores empresas de Estados Unidos cobraban quinientas veces más que el empleado medio”, o acaso que “en muchas grandes compañías el director ejecutivo gana más en un día que el trabajador medio en un año” (Wilkinson, Pickett, 2009: 268).

Hay buenas razones para creer que una RB podría facilitar la decisión de dejar empleos, aunque fuese temporalmente, a muchos trabajadores que actualmente soportan puestos de trabajo que están perjudicando de forma irreversible su salud (mental). También podría contribuir por parte de mucha gente, a vivir de forma menos angustiosa y estresante una perdida de empleo, hecho demasiado frecuente hoy en día.

Es de suponer también que los sectores más castigados en el mercado laboral en estos momentos de crisis, ya sea por las condiciones de precariedad de su empleo, con empleos poco gratificantes y con bajos salarios, como buena parte de los jóvenes, inmigrantes pobres[7], muchas mujeres, discapacitados[8], mayores de 45 años que buscan empleo, etc. podrían tener con la RB un colchón económico estable, aumentando su capacidad de decisión de continuar o no en un empleo que les está perjudicando su salud.


Algunos investigadores como el psiquiatra Joseba Atxotegui (2000) han analizado a fondo la cantidad de estresores en los inmigrantes y que ocasionan la aparición de síntomas psicopatológicos como el miedo, el nerviosismo, la tensión, la tristeza, irritabilidad, insomnio, etc.

Es muy probable que con la RB podría aumentar considerablemente la fuerza negociadora de los trabajadores para mejorar sus condiciones laborales (Raventós, Casassas, 2003) o para acceder a un empleo y es de suponer que con ellas también podrían mejorar las de su salud.

Tener garantizada una RB de unos 600 euros mensuales[9] como la que plantean algunos autores,y que sea compatible con otras fuentes de ingresos, en un mercado de trabajo en el que se excluye a muchos grupos vulnerables, es seguramente una buena forma de que muchas personas que actualmente cobran algún tipo de pensión puedan entrar al mercado de trabajo sin temor a perderla, aunque fuese en trabajos de poca calificación.

4.5 Reducir la dependencia material, mejorar la salud

Las personas que padecen problemas mentales, podrían tener una cierta tranquilidad psicológica con una RB garantizada, sabiendo que su subsistencia no dependerá de una alteración o variación en su estado de salud que le pueda suponer perder un empleo. En estos tiempos de crisis esta situación de intranquilidad se ha agudizado considerablemente.

Para algunas personas sería una forma tal vez de abandonar trabajos sumergidos o informales que se realizan en condiciones no muy saludables pero se ven necesitados de hacer para complementar su miserable pensión.

Si la RB fuese universal podrían desaparecer algunas pensiones y prestaciones que van asociadas a unos requisitos estigmatizantes y que están descoordinadas entre si y a la vez aumentan la complejidad administrativa y burocrática de la protección social (Noguera, 2001).

Sería el caso de tener que obtener un 65% de certificado de disminución[10] para poder optar a la Pensión No Contributiva. O de tener que demostrar ser pobre de solemnidad para pedir una Renta Mínima de inserción (Raventós, 1999).

Sería conveniente que desapareciese la obligación de participar en algunas acciones y/o programas de “inserción”, pues en muchas ocasiones no se tiene ni salud ni fuerzas para hacerlos. En todo caso, lo podrían hacer de forma voluntaria y no condicionada a perder la prestación o pensión. Hay que decir que algunos de estos servicios pueden ser importantes y tienen que ser complementarios en su proceso rehabilitador, pero mucho mejor con libertad y sin presiones ni agobios.

Para finalizar, y no es poco importante, las relaciones asistenciales deberían estar más orientadas a atajar determinados problemas y ayudar a las personas vulnerables a ser más independientes y capaces, no tanto para controlar arbitrariamente sus pensiones o prestaciones.[11].

Nuestras sociedades están cada vez más enfermas, pero hay propuestas como la Renta básica con la que se podría ganar más control de nuestras vidas, garantizar materialmente la existencia y muy probablemente contribuiría a lograr mejoras objetivas en salud. En una época de gran crisis como la actual y con graves repercusiones para la salud, la RB sería una herramienta para la protección social más que necesaria.



Notas:

[1] A 10 de Enero de 2011 la Ministra de Economía del Reino de España Elena Salgado declaraba en la radio Cadena Ser que para todo el año 2011 se espera la creación de unos 100.000 puestos de trabajo a tiempo completo.

[2] En la www.redrentabasica.org pueden encontrarse ordenados por temàtica.

[3] Se puede leer un resumen del informe en castellano en el siguiente enlace: http://whqlibdoc.who.int/hq/2008/WHO_IER_CSDH_08.1_spa.pdf.

[4] En palabras de Casassas: “que nos dote del poder de negociación necesario para co-determinar de forma efectiva los términos, físicos y legales, en los que van a tener lugar los procesos de producción y distribución que vertebran nuestra vida en sociedad” (Casassas, 2010: 104).

[5] Hay que recordar que recientemente el gobierno del Reino de España decidió que a partir de Febrero del 2011 se suprimirá la ayuda para los parados que finalicen la prestación de paro a cambio de otra inferior que está por determinar y más condicionada a medidas de inserción.


[6] Ver en Arcarons et al. (2005) las 8 diferentes simulaciones de cuantía posible de RB. Todas están basadas en una base de datos real de 210.000 declarantes de IRPF. En todas pierden los estratos más ricos y ganan los más pobres.

[7] Los inmigrantes de determinados países y los grupos más marginados corren un riesgo más alto de padecer enfermedades mentales. Un apunte en relación a esto: durante el 2008-2009 los inmigrantes han sido de los primeros en padecer la crisis en forma de paro.

[8] La población reconocida con discapacidad en el Reino de España asciende a más de cuatro millones de personas.

[9] Una RB que no sea de un importe similar al salario mínimo o del umbral de la pobreza puede restar la potencialidad de esta propuesta.

[10] Hay que decir que los plazos de tiempo para obtener pensiones son considerables y en épocas de crisis y de recortes sociales como la presente se puede llegar a complicar más.

[11] Por cierto que no se utiliza el mismo celo controlador con las pensiones de los expresidentes del gobierno español Felipe González y José María Aznar que son de unos 80.000 euros anuales y que las pueden cobrar sin ninguna incompatibilidad con las generosas remuneraciones de las empresas que asesoran.
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Fuente: https://dempeusperlasalut.wordpress.com/2012/02/21/crisis-salud-mental-y-renta-basica-4-se-puede-frenar-este-grave-problema-de-salud-que-se-avecina/

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